Se está hablando en estas semanas de manera negativa sobre el teletrabajo en la Administración Pública de la Comunidad Autónoma, al que se pretende hacer responsable de males que en nada tienen que ver con este sistema de trabajo.
No es nuestra intención ni es este el sitio pertinente para hacer una exposición didáctica, sobre una modalidad de trabajo que ha demostrado sobradamente su valía, no solo en el ámbito laboral público sino evidentemente en el privado. Desde hace muchos años, este sistema ha sido usado en innumerables sectores y tuvo su despegue determinado y fulminante en los meses de mayor azote de la pandemia por Covid, en los que se tramitaron miles de expedientes de todo tipo en un tiempo record y con una adaptación igualmente rápida.
Pero es que la presidenta de la Asociación de Empresarios Constructores y Promotores de la provincia de Las Palmas (AECPLPA), en una entrevista en la prensa, hacía un análisis de los problemas con los que se enfrenta ese sector, que parece ser que no es por la eficiencia o no en la gestión de su actividad, sino que a su juicio pudiera ser casi todo culpa de la Administración y su personal. Tampoco sabemos el por qué de las dificultades de esta actividad económica ni nos vamos a poner a analizarla, pero decir que “uno de los factores que quiebra el desarrollo de las islas es que los funcionarios sigan en teletrabajo”, es hacer una declaración, como poco, simplista de este asunto. A estas declaraciones críticas con el teletrabajo se apuntaba también, no sabemos si porque se pusieron de acuerdo hablando en algún evento común, el presidente de la patronal tinerfeña.
Se lamentan igualmente de “que hay que hacerlo todo por correo” y que “si se llama por teléfono o no están o se molestan”, en línea también con la memorable frase: “que vuelvan a dar el callo”.
Estas manifestaciones recuerdan a comentarios que se hacen en la sobremesa de una comida familiar, basados en lo que se oye por ahí en cualquier bar y evidencian un total desconocimiento de en qué medida se aplica el teletrabajo en la Administración Pública, de la dotación de personal de la que se dispone y de la moderna tramitación de los procedimientos administrativos.
El teletrabajo es un sistema de organización laboral que nada tiene que ver con esto de lo que se quejan determinados sectores empresariales y que ha venido para quedarse. Independientemente de su indiscutible eficacia en la gestión laboral propiamente dicha, contribuye como ya se ha puesto de manifiesto en la conciliación de la vida personal, laboral y familiar, en el ahorro energético y en la utilización más sostenida de los espacios en los centros de trabajo. Por otra parte descongestiona los movimientos en los centros poblacionales donde se ubican los edificios de gestión administrativa y es perfectamente acorde con la implantación de las nuevas tecnologías y las formas de relaciones entre distintas Administraciones y entre éstas y la ciudadanía.
Quizá la clave para terminar con estas reticencias por alguna parte del empresariado, es tomar conciencia de la necesidad de ajustar la gestión empresarial a las modernas herramientas tecnológicas a las que se tienen que sumar todos los sectores, porque la época de tramitar expedientes con la documentación en papel para presentarla en un registro y contestaciones por correo postal, está a punto de acabar de forma inexorable.
La modernización de quienes dirigen las organizaciones tiene que ir acorde con todo esto y se evitará la frustración por el sentimiento de notarse perdidos y fuera del avance tecnológico, que desembocan a veces en pataletas verbales que evidencian lo antiguo y lo desfasado que pueda estarse.
Canarias, 14 de febrero de 2023